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República Dominicana no hace excepción cuando se hace referencia a la familia en el contexto de la trasformación social que ha enrumbado la población latinoamericana por los caminos de las sociedades modernas. En este país caribeño que vive desde hace varias décadas, aún con sus altibajos, un crecimiento económico impulsado por una apertura que ha abierto sus fronteras y multiplicado la movilidad social, la familia ideal resulta cada vez más un término idílico.

En la zona urbana, por ejemplo, el 31% de los hogares tiene a una mujer sola como jefa de hogar. En la zona rural, según ENDESA 2002, ellas conducen el 22% de los hogares. En el Distrito Nacional, que concentra casi un millón de habitantes, llega a 33% la cantidad de hogares con jefatura femenina. El mismo estudio indica que d el total de miembros habituales de los hogares entrevistados, poco más del 50% son hombres y el 65% reside en zonas urbanas (66% de la población femenina y 63% de la masculina vive en áreas urbanas).

La investigación ofrece otras pistas del panorama que describe la familia dominicana en los últimos tres lustros. Mientras en 1991 el tamaño promedio de los hogares era de 4.6 personas, en 2002 la media se redujo a 3.9. ¿Las razones?. Los analistas del sondeo plantean que en la tendencia decreciente –registrada desde hace varias décadas- estarían interviniendo varios factores “entre ellos la paulatina disminución de la fecundidad, la emigración al exterior y, en general, los efectos sobre la composición de los hogares procesos sociales como la urbanización y el aumento de las dificultades de subsistencia en amplios segmentos poblacionales”. Estos factores incluyen una mayor incidencia de los divorcios y separaciones, la reducción de la utilización de trabajadores domésticos y de la presencia de allegados –parientes y no parientes- en los hogares.

Los datos permiten otra lectura. La familia nuclear típica –que componen padre, madre, hijos y/o hijas- no es la más generalizada en República Dominicana. Un estudio del Instituto de Estudios de Población y Desarrollo, filial de PROFAMILIA, estableció el hecho resaltando que ya en 1991 sólo el 42% de los hogares del país eran nucleares biparentales, es decir, formados por la presencia de ambos cónyuges.

El trabajo de Isis Duarte y Ramón Tejada Holguín, que analizó el tema de los hogares dominicanos con las cifras disponibles hasta 1991 establece que la interacción con otras culturas que posibilita el turismo, la reubicación espacial que las zonas francas estimulan y el nivel de especialización de la mano de obra que el proceso de globalización de la economía exige, influyen en los valores y conductas de los miembros más jóvenes, en la integración familiar, en las migraciones y en la inversión en la educación de los hijos. Sin embargo, subrayaban la imposibilidad –todavía vigente- de establecer hasta dónde esos procesos han influido en la familia dominicana, debido a la carencia de informaciones fundamentales sobre el tema.

Otro perfil de la familia sale del estado conyugal de sus miembros. A 2002, según la encuesta ya citada, se había producido un aumento importante en la proporción de mujeres unidas entre 1996 y 2002 (de 36 a 43%) y una consecuente disminución en las casadas, situación, se subraya, que ha afectado a todos los grupos de edades. Los analistas entienden que dicha situación confirma la tendencia de encuestas anteriores en el sentido de que hay cada vez más uniones consensuales y menos matrimonios formales y mujeres solteras.

Cuadro 1. Composición de los hogares dominicanos

Porcentaje de hogares con jefe de hogar mujer y distribución porcentual de hogares por número de residentes habituales y tamaño promedio, según zona de residencia, República Dominicana 2002